
Me gusta la noche y me gustan los lobos. Pero los auténticos, los que aúllan a la luz de la luna.
Aunque somos diferentes, nos miramos y nos sentimos, no hace falta hablar para entendernos. Incluso nos ayudamos si estamos en peligro.
Y nunca, jamás de los jamases, sobrepasamos los límites del otro. Siempre gobierna el respeto.
Me gusta la noche y me gustan los lobos.
Me siento segura caminando entre lobos.
De día no veo ningún lobo, pero sí muchos monstruos… disfrazados de corderos.
©Flora Rodríguez