
Aves desnudas,
dispersas en mis pensamientos,
dejan cuencos de matorrales en la fuente,
agua para mis sedientas
letras y corazón.
Bullas
de pequeños animalillos y sus fieras
buscan el filo del atardecer.
Hay estrellas en el barro,
son las huellas
eternas de tus caricias.
La noche es amplia cuando sucede.
Misterio lleva tu esencia.
Y tu nombre,
siempre tu nombre…
promotor de mis caderas.
©Flora Rodríguez